Historia de las órdenes religiosas. Parte II

Las órdenes mendicantes.

La gran crisis religiosa de finales del siglo XII, cuando apareció la herejía de los albigenses, produjo reacciones disciplinares como la institución de la Inquisición, pero también motivó una nueva concepción de la vida religiosa. Las órdenes mendicantes adoptaron nn carácter más pastoral, más entregado a la tormación religiosa del pueblo mediante una presencia más cercana y una predicación itinerante que llegara a todos los rincones. A este fin abandonaion el voto de estabilidad en un monasterio, con consiguiente estructura económica, y se sustento de las limosnas que recibían durante su acidad pastoral. Las dos grandes órdenes religiosas que surgieron en esta época fueron la de los franciscanos y la de los dominicos, la orden de los franciscanos fue fundada por Francisco de Asís en 1208, obtuvo la aprobación papal en 1215 y fue confirmada en 1223. La imitación de Cristo y la práctica de la pobreza total fue el objetivo de este grupo religioso. Su carácter misionero favoreció su rápida difusión por el mundo. Los franciscanos se hallan divididos en varias congregaciones, entre las que cabe citar los frailes menores, los capuchinos, los conventuales, la Tercera Orden Regular de San Francisco y los Hermanos Pobres de San Francisco Seráfico. La orden de las clarisas, femenina, fue fundada también por san Francisco con la ayuda de santa Clara.
La orden fundada por santo Domingo de Guzmán en 1215, la de los predicadores o dominicos, tomó como especial misión la predicación a fin de contrarrestar los efectos de la herejía de los albigenses. El énfasis de su disciplina se centró por consiguiente en el estudio, situándolo por encima del tradicional oficio litúrgico monacal. Durante su historia, los dominicos han dado a la iglesia notables teólogos, como san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Raimundo de Peñafort y san Vicente Ferrer, además de cuatro papas y numerosos cardenales. El mismo santo Domingo fundó un monasterio para religiosas de clausura dedicadas a la vida contemplativa.

Órdenes y congregaciones modernas.

Paralelamente a la difusión del protestantismo, la Iglesia Católica impulsó un movimiento de renovación religiosa (siglos xvi y XVII) que se manifestó en la reforma de algunas órdenes religiosas y en la fundación de otras nuevas. Entre las que han alcanzado mayor desarrollo figura la Compañía de Jesús (jesuítas), fundada por san Ignacio de Loyola; la de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, que se obligan por un cuarto voto al cuidado de los enfermos aun con riesgo de su propia vida; y la de las Hijas de la Caridad, sin votos perpetuos, fundada por san Vicente de Paúl.

En el siglo XVI se produjo en España la reforma de los carmelitas —carmelitas descalzos— impulsada por santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. El origen de la orden de los carmelitas se remonta al siglo XII, cuando san Bertoldo, antiguo cruzado, se retiró a las grutas del monte Carmelo, Palestina, donde se le juntaron otros eremitas. La regla definitiva, aprobada en 1245 bajo el generalato de san Simón Stok, prescribía la oración nocturna, el ayuno y el silencio. En el siglo XV fue suavizada la regla, por lo que la orden se escindió entre observantes y conventuales (mitigados), y se fundó la orden de las religiosas carmelitas.
En el siglo xvm surgieron congregaciones religiosas especialmente dedicadas a las misiones entre el pueblo cristiano o entre infieles. Los pasionistas, fundados por san Pablo de la Cruz, se obligaron con un cuarto voto a propagar la devoción a la pasión de Cristo. Los redentoristas fueron fundados por san Alfonso María de Ligorio.
En el siglo XIX se fundaron numerosas congregaciones religiosas cuyas misiones específicas se centraron en la vida contemplativa, en las misiones parroquiales o extranjeras y en la enseñanza. El Instituto de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad fue fundado por santa María Micaela, con la misión de practicar la meditación y acoger y educar a mujeres arrepentidas. Por su parte, los salesianos (Sociedad Salesiana de san Juan Bosco) se dedicaron a la educación de los jóvenes de la clase trabajadora. Los hermanos maristas, religiosos laicos (sin órdenes clericales) con votos simples, también orientaron su actividad a la enseñanza. Con fines específicamente evangelizadores fundó san Antonio María Claret la orden de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
En el siglo XX, el papa Pío XII creó una nueva figura jurídica al establecer los institutos seculares. Los miembros de estos institutos se comprometen personalmente mediante los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, pero no adquieren la categoría de religiosos. Su misión es la santificación de los quehaceres propios de la vida secular o civil. Estos institutos pueden ser formados por clérigos (con órdenes sagradas) o por laicos (sin órdenes sagradas). Su aprobación corresponde al obispo diocesano o al sumo pontífice, con validez para toda la Iglesia Católica. El primer instituto secular fue el Opus Dei, fundado en Madrid en 1928 por monseñor José María Escrivá de Balaguer y aprobado definitivamente en 1950 por el papa Pío XII.

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