Literatura de la antigua Rusia

Ésta estuvo muy aislada de la Europa occidental, se considera su nacimiento en el siglo XI, con la evangelización de los pueblos eslavos orientales desde Bizancio. En este periodo la literatura se centraba en temas religiosos. De la antigua literatura de tradición oral proceden los cuentos folclóricos y los bilina, pequeñas epopeyas en verso.
Del Siglo XI al XV

El evangelio de Ostromir fue el primer texto conocido en la lengua rusa

Hasta comienzos del siglo XIII, el principal centro literario estuvo en Kiev, primer capital rusa. Los escritos de este período eran principalmente traducciones, sobre todo del griego. Entre estos textos se cuentan versiones de los evangelios, devocionarios, vidas de santos, crónicas, étc.; sólo unos cuantos eran de carácter profano. El primer texto conocido en lengua rusa es el «Evangelio de Ostromir«, copiado entre los años 1056 y 1057, el cual consiste en un extracto de los cuatro evangelios.
Uno de los géneros que más pronto adquirieron desarrollo fue el de las crónicas. Entre las más importantes, tanto literaria como históricamente podemos mencionar a Povest vremennij (Historia de los años pasados), cuya primera versión fue escrita alrededor del año 1112 por un monje de Kiev llamado Néstor, por ésta razón es también conocida como Crónicas de Néstor. Los sermones también ocupaban un lugar importante. Otra importante obra es Slovo o zakone i blagodati (Discurso sobre la ley y la gracia), cuyo autor es Hilarión; en este sus homilías escritas antes del año 1051, además de tratar temas religiosos, daban una idea elevada de la grandeza del pueblo ruso. En el siglo XII, dentro del arte de la oratoria eclesiástica, se notaron Kliment Smoliatich, segundo metropolitano ruso y Kirill, obispo de Turov. También tuvo mucho auge la literatura de peregrinaciones, cuyo punto de partida fue Jozhdeniie (Peregrinación), en dicha obra el prior Daniil cuenta el viaje que realizó a Palestina entre los años 1106 y 1108.
La obra más celebrada de la Rusia de Kiev es Slovo o Polkú Ígorieve (El cantar de la campaña de ígor), relato épico en prosa que cuenta el desastre del ejército del príncipe Ígor en su lucha contra los polovtsianos. El libro debío ser escrito entre los años 1185 y 1187.
A principios del siglo XIII la invasión mongola puso fin al reino de Kiev. Las obras más significativas del siglo XIII daban cuenta de este hecho, como Povest o razoreni Riazani Batiem (Historia de la destrucción de Riazán por Batú) y los sermones de Serapión, obispo de Vladímir, los cuales reflejaban un profundo dolor por la ocupación extranjera.
El centro de gravedad de la cultura rusa se fue trasladando de manera paulatina hacia el norte, aunque entonces, debido a la falta de comunicación entre las distintas regiones, la literatura se desarrollaba en torno a diferentes núcleos. Sin embargo, ya desde finales del siglo XIV, Moscú desempeñaba el papel más importante como centro cultural y de poder. Mamaievo poboische (La matanza de Mamai) perpetúa la victoria de Kulikovo, en la que Dimitri, gran principe de Moscú, derroto en 1380 a los tártaros. La caída de constantinopla en poder de los turcos en 1453 dió origen a numerosas obras en que se proclamaba a Moscú como sucesora de Bizancio.
Un centro cultural que rivalizaba con Moscú era el de Tver (posterior Kalinin). Un comerciante de esta ciudad, Afanasi Nikitin, fue el autor de Jhozhdeniie za tri moria (viaje más allá de los tres mares), un relato muy vivo e interesante de su viaje por Persia y la India de 1466 a 1472. Otras literaturas regionales importantes fueron las de Nóvgorod, que produjo un gran número de obras en defensa de la independencia política y eclesiástica de la ciudad, y la de Pskov.

Siglos XVI y XVI

Historia del gran príncipe de Moscú se refiere a Iván el terrible

En 1480, Rusia se liberó definitivamente del yugo tártaro y Moscú quedó como centro autocrático de poder. La lucha iniciada a mediados del siglo por Iván el Terrible contra los príncipes feudales, los boyardos se reflejo en la literatura. El más notable propagandismo del zar fue Iván Peresvetov. El portavoz de los boyardos fue Andréi Kurbski, el cual en su Istoriia o velikom kniaze moskovkom (Historia del gran príncipe de Moscú), de gran valor literario, fustigó duramente a Iván el Terrible.
De forma paralela iban apareciendo numerosas obras encaminadas a ensalzar la grandeza de Moscú y de sus tradiciones eclesiásticas. En esta línea se hallaban Velikiie Minei-Cheti (Grandes Minei-Cheti), escrita en 1552 por Macario, metropolitano de Moscú, y Stépennaia kniga (El libro de las generaciones), completado en 1563 por el sucesor de Macario. Otras obras como Domostrói (Libro de casa) y el Stoglav (Cien capítulos), de la misma época, establecían normas de conducta moral, social y política.
A finales del siglo XVI y comienzos del XVII, la agitación provocada por las revueltas de campesinos y boyardos, a la que se sumaba la intervención rechazada de suecos y polacos, hizo que a ese periodo se le diera el nombre de «Los tiempos revueltos». Muchos relatos narraban las sublevaciones y celebraban el patriotismo que hizo fracasar la intervención extranjera. Obras de enorme mérito literario fueron las historias de la toma de Azov por los cosacos de Don en 1637 y su asedio por los turcos en 1641.
Desde mediados del siglo XVII, los temas profanos ganaban terreno compitiendo con la tradición literaria didáctico-religiosa de origen bizantino. Obras como Povest o Frole Skobeieve (El cuento de Frol Skobeyev) y POvest o Karpe Sutulove (La historia de Karp Sutulov) estaban libres de cuestionamientos moraleso religiosos, y ya se empezaban a escribir sátiras y parodias de la corte, la iglesia y la justicia. El arcipreste Avvakum Petróvich, lider de los «viejos creyentes» y símbolo de la vieja Rusia, que sufrió exilio por negarse a admitir reformas en la liturgia, escribió entre 1672 y 1675 una interesante autobiografía, de tono polémico y en ruso coloquial.

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