La armada invencible

Al mencionar su origen español, podría pensarse en el equipo de futbol Barcelona; no, la historia es la siguiente.

Víctima de el clima la

El año 1588 marcó el declive del poderío naval español en beneficio de las flotas inglesa y holandesa. Protagonista de ese cambio de rumbo fue la gran armada que Felipe II dispuso contra Inglaterra, y que por ironías de la historia fue bautizada con el nombre de «Armada Invencible».
El grado extremo de enfrentamiento a que España e Inglaterra habían llegado como respectivos paladines de católicos y protestantes en las guerras religiosas europeas hacía inevitable el conflicto directo. La ejecución de María Estuardo, pretendiente católica al trono inglés, ordenada en 1588 por Isabel II, fue el motivo aducido por el monarca español para decidir el ataque, en el que la armada debía apoyar una invasión desde las posesiones hispanas de Flandes.
Los preparativos de esta expedición naval fueron realizados minuciosamente y se consiguió agrupar una de las flotas más poderosas, tanto en dotación como en navios, jamás conocidas. La armada seria puesta bajo las órdenes del marques de Santa Cruz, don Alvaro de Bazán, insigne marino de avanzada edad, que murió, sin embargo, en Lisboa el 9 de febrero de aquel mismo año, a causa, se ha dicho, del disgusto que sufrió al reprocharle Felipe II la tardanza en armar la flota. El soberano eligió como sustituto del marqués a otro noble, Alonso de Guzmán, duque de Medina-Sidonia. El nuevo almirante carecía de la experiencia necesaria para llevar a buen término tamaña empresa. La Armada Invencible largó amarras en Lisboa a mediados del mes de mayo de 1588. La componían I30 navios de todo porte y arboladura, y la tripulaban aproximadamente ocho mil hombres, entre oficiales y marinería, y unos dos mil remeros. Transportaba casi veinte mil soldados y se hallaban a su mando jefes de la talla y el prestigio de Miguel de Oquendo, Diego de Flores Valdés, Pedro de Valdés y Alonso de Leiva.
Los buques, en su mayoría proyectados para la ruta de las Indias, no estaban capacitados para resistir las terribles tempestades del Atlántico septentrional. Dispersos y desorganizados por los temporales, tuvieron que entrar de arribada en La Coruña, de donde se hicieron de nuevo a la mar. El 29 de julio avistaron la flota del almirante Charles Howard, compuesta por 197 naves, en su mayoría de menor tamaño, pero más marineras y me¬jor artilladas que las españolas. En días sucesivos se entablaron tres combates, que concluyeron sin que la victoria se decantara de uno u otro lado, y el 6 de agosto la escuadra española buscó refugio en Calais, a cuya altura debía encontrarse con el ejército de Mandes, mandado por Alejandro Farnesio. Este, sin embargo, se negó, mientras permaneciesen en aquellas aguas los navios enemigos, a cumplir las órdenes que prescribían el embarque de sus hombres.

Ruta de la armada invencible

Aprovechando la mayor maniobrabilidad de sus buques en aguas del puerto de Calais, el almirante inglés mandó atacar con brulotes —barcos pequeños incendiados con explosivos—a la escuadra española. Abandonó ésta el abrigo cortando las amarras para eludir el incendio que se había desatado y, a la salida a mar abierto, fue atacada de nuevo por las naves inglesas, sin que la artillería, de insuficiente alcance, pudiera rechazar la ofensiva. La flota recibió orden de poner rumbo a España siguiendo la ruta del norte de las islas británicas, con rodeo por Escocia e Irlanda, donde las tormentas provocaron la pérdida de numerosos navios y hombres. De aquella imponente escuadra sólo cerca de setenta naves y diez mil hombres consiguieron regresar a España.

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