Historia de las órdenes religiosas. Parte I

Introducción.

San Benito fue fundador de la orden benedictina asi como de la regla que lleva su nombre

Los ideales espirituales del cristianismo se han manifestado a lo largo de los siglos en la formación de numerosas órdenes religiosas, fundadas en algunos casos con el fin de apartar del mundo a las almas piadosas y en otros con la misión de predicar el mensaje de Jesucristo.
Las órdenes religiosas son instituciones cristianas de hombres o de mujeres que profesan explícita y establemente la observancia de los consejos evangélicos, es decir, de aquellas prácticas que el evangelio no exige a todos sus seguidores, pero a las que de alguna manera invita. Estas prácticas pueden realizarse privadamente con el mismo mérito, pero cuando se realizan dentro de una comunidad y conforme a un método o regla aprobados por la jerarquía eclesiástica adquieren un estatuto canónico jurídico eclesiástico que constituye a quienes las practican en una orden o congregación religiosa.
La variedad de órdenes religiosas responde a la prioridad que cada una concede a uno u otro aspecto evangélico: la oración, la penitencia, la predicación o las obras de de misericordia. Para ser reconocidas canónicamente como órdenes religiosas tienen que cumplir como requisito común el compromiso de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Los religiosos pueden haber recibido las órdenes sagradas -sacerdotes religiosos- o ser hermanos laicos. Sin embargo no todos los clérigos pertenecen a órdenes religiosas (clero regular), pues los sacerdotes no religiosos constituyen el clero secular. Las órdenes religiosas se diferencían de las congregaciones religiosas en el carácter canónico de sus votos, solemnes o simples respectivamente.

Las primeras comunidades.
Escudo de la orden de los agustinos, ésta órden derivó en varias.

En los primeros siglos del cristianismo, el ideal ascético y las persecuciones impulsaron a muchos fieles a retirarse al desierto. Cuando estos eremitas comenzaron a reunirse bajo la dirección de un padre espiritual se formaron las primeras comunidades o cenobios. De los cenobios surgieron reglas que lograron gran difusión, como la de San Basilio en oriente y la de San Agustín en occidente. Las direcciones espirituales de éste último inspiraron la creación de numerosas comunidades denominadas agustinas: canónigos regulares, ermitaños recoletos, agustinos descalzos, étc.

Los benedictinos.

Convento benedictino.

La organización de la vida monacal en occidente fue obra de San Benito de Nursia, quien fundó el monasterio de Montecassino y en el año 529 estableció la regla que se fue difundiendo por todos los monasterios durante la alta edad media. La regla benedictina concebía el monasterio como una institución autónoma, financiera y administrativamente. Los monjes-soldados de Cristo debían obediencia al Abad y combinaban la práctica colectiva de la oración y el culto con la realización de trabajos intelectuales o manuales.
En el siglo IX, el rey franco Ludovico Pío decretó la obligatoriedad de la regla de san Benito para todos los monasterios de su imperio. En el año 910, el monasterio de Cluny adoptó la regla benedictina e impulso la renovación del ideal ascético. Los monjes cluniaciences se proclamarón independientes de todo poder laico, y con ellos se extendió el arte románico en Europa.
San Bruno creó en el 1084 la órden monástica de los cartujos, que incorporó una mayor austeridad a la regla benedictina. Dedicados al estudio, a la meditación y al trabajo manual, los cartujos realizaban la mayor parte de sus actividades en completo silencio.
fundación de la orden de Cister, en el año 1098, significó una segunda renovación del espíritu benedictino. La orden cisterciense, impulsada sobre todo por san Bernardo de Claraval, estimuló el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas y contribuyó a difundir el estilo gótico en la arquitectura religiosa. Una derivación del Cister fue la de la Trapa, creada en Normandía en 1664 el objetivo de corregir la decadencia de la regla benedictina.
En 1893, León XIII confederó las diversas congregaciones benedictinas en la llamada orden de san Benito, presidida por un abad primado. Los benedictinos se caracterizan por la sencillez que confieren al culto litúrgico y por su dedicación al trabajo intelectual. Sus monasterios más conocidos son los de Solesmes, Silos y Montserrat.

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