Impresionismo: Sus principales tendencias.

El almuerzo sobre la hierba, uno de los principales cuadros donde se representa la profundidad dentro del paisaje

Era lógico que, dados los objetivos de su pintura, uno de los temas fundamentales de los impresionistas fuera el agua, su continuo movimiento y su eterno juego de reflejos. Los pintores buscaban a menudo el ambiente de los alrededores de París, donde el Sena se adornaba con veleros. Entre 1872 y 1877, Monet se instaló en la localidad de Argenteuil, y allí, atraído por el paisaje y las escenas de regatas por el río, fue visitado con frecuencia por sus amigos. «El almuerzo de los remadores», de Renoir, y «Las regatas de Moulsey, de Sisley, son buena muestra de la luminosidad paisajística que caracterizaba en esta época al impresionismo.
Édouard Manet, fallecido en 1883, había llevado con anterioridad su pintura a un terreno que anticipaba el impresionismo: liberó al artista de la tradicional necesidad de un tema convencional, a fin de buscar la luz y el color en las formas, retratos y figuras —»El almuerzo sobre la hierba» (1863)— le servían de excusa para crear formas mediante masas de color, con tonos planos que atenuaban el efecto de profundidad. Manet, que no participó en ninguna de las exposiciones del impresionismo fue, sin embargo, un elemento sustancial en la configuración de su estética.

Edouard Manet es uno de los personajes más representativos del impresionismo

El grupo impresionista se disolvió en 1886, fundamentalmente debido al deseo de los distintos artistas de desarrollar sus visiones personales, por lo demás ya patentes con anterioridad. Edgar Degas se mostró interesado por los interiores y los efectos de luz artificial sobre las figuras. En sus cuadros, Degas detenía la acción en un instante, confiriendo a las poses dinámicas de sus bailarinas —»Clase de baile» (1872)— o al estatismo de sus figuras en interiores una suave poesía, mediante formas bien construidas, realizadas con técnica impresionista Claude Monet llevó el impresionismo a sus últimas consecuencias y tras realizar diversas series —»Catedral de Ruán» (1892-1894)— que realizaban las variaciones lumínicas en diversos momentos y situaciones, desintegró totalmente las formas en los cuadros de luz y color de su última etapa, como la serie de los «Nenúfares» (o «Ninfeas») que pintó a principios del siglo XX en su jardín de Giverny. Reveladoras, en su delicado colorismo, de su interés —compartido por los demás impresionistas— hacia las estampas japonesas, estas obras han sido consideradas en ocasiones una forma de transición desde el impresionismo a la abstracción.

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